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PREAMBULO

 

Obras, Autores e Ideas: Didáctica Interseccional de la Cultura
DIPLOMADO

   

 

Preámbulo
Acerca  de la Diplomatura: Cultura y Semiología para la Educación
  

 

 

 

¿Nunca os ha sucedido , leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente a lo largo de la lectura, y no por desinterés, sino al contrario, a causa de la gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones? En una palabra, ¿no os ha pasado nunca eso de leer levantando la cabeza?

Roland Barthes. El susurro del lenguaje.

 

La noche nos impone su tarea
mágica. Destejer el universo,
las ramificaciones infinitas
de efectos y de causas, que se pierden
en ese vértigo sin fondo, el tiempo
....

Jorge Luis Borges, El Sueño
.

Cuando estudiamos o cuando ayudamos a otros a aprender, a conocer y a descubrir, siempre subyace la pregunta acerca de la  prudencia del método. Este diplomado propone un método educativo específico y diferenciado para cada uno de nosotros y nuestros estudiantes (acaso también hijos, pacientes, obras…), una educación que nos permita descubrir, experimentar y desarrollar nuestras personales y más altas virtudes, pero también las virtudes de un colectivo (acaso estudiantado, grupo artístico, familia, institución o población).

Tres niveles de cuestión se nos hacen aquí presentes: ¿cómo descubrir nuestra propia virtud y mecánica de aprendizaje, cómo descubrirla en el otro y cómo crear experiencias de aprendizaje en una colectividad, que a un mismo tiempo nos permita ser estudiantes y maestros? Pues cuánto pueden estudiar los maestros y cuánta maestría pueden alcanzar los estudiantes.

La educación artística y cultural, experimenta desde la antigüedad estos modelos (que hoy podrían parecer innovadores ante la frecuente obsolescencia de los modelos educativos y sociales) y la semiología (aunque nacida en el positivismo), no sólo es capaz de romper la dicotomía entre arte y ciencia, entre creencia y certidumbre, es (¡y aquí la apuesta!) la llave que nos permite un conocimiento verdaderamente orgánico, evolucionista y sincrético.

Cultura y arte, son territorios de infinitas conexiones, campos preparados para la reflexión humanística de cualquier otro espécimen del conocimiento: la filosofía, las ciencias, las artes, la historia.., es decir, del desarrollo psíquico del lenguaje, en su generalidad y en su especialización, que como tal, es un estudio social (colectivo) e individual del lenguaje, en su memoria, devenir y potencialidad.

 

La semiología ó semiótica [1], tan reciente o antigua como la queramos ver, naciendo en Saussure  o perdiéndose en los orígenes del tiempo, es nuestro navío para estudiar tanto lo pretérito, lo contemporáneo, como lo potencial. Para este diplomado en particular, la semiología se pierde en los orígenes del conocimiento, y esa pérdida o extravío es parte de su propio misticismo, pues no hay algo perdido que no intente ser recuperado.
 

En efecto, algunos de los nombres necesarios para comprender el fenómeno de la semiología, son los de genios como Saussure, Peirce, Lévi-Strauss, Greimas, Barthes, Jung, Freud, en nuestra contemporaneidad, y no menos los de Quintiliano, Cicerón, Aristóteles, Platón, Sócrates, u obras como la Epopeya de Gilgamesh, el Enuma Elish, el Bereshit, o los Vedas, ...la lista completa de nombres y libros sería enorme, pero ante todo, es necesaria la comprensión de cómo estos conocimientos se gestan, llegan a nosotros y se desenvuelven con algún sentido;  es decir, semiología como la historia personal del conocimiento.

Así la semiología fuera de la teorética estricta en su sentido lingüístico (la cual es necesario explorar), posee una más importante potencialidad práctica de comprender sincréticamente la cultura. Esa capacidad de comprensión única que posee la semiología, es un acto puramente psíquico, creativo y didáctico.

Así explorar estos tres aspectos: psíquico, creativo y didáctico, de la semiología, es la tarea principal de este diplomado  como un espacio de aprendizaje creación e intercambio teorético, que se dirige principalmente a quienes practican la docencia y a los creadores artísticos,  de fundamental relevancia para los que desarrollan proyectos e imparten materias de arte, cultura, literatura, humanidades, naturalmente didáctica y pedagogía, pero no menos relevante para los docentes y humanistas de otras asignaturas, que como es natural, comparten el uso y la exploración del lenguaje y la cultura; por lo que incluso, no estará cerrada la participación para quienes simplemente tengan un sincero y disciplinario interés cultural, aun cuando éste no se dirija a una población estudiantil, y su objeto sea puramente familiar o personal.

Su devenir estará signado por una observación universal de la cultura, trazando un discurso metatextual e intertextual, por lo que será frecuente la exploración de símbolos, signos, síntomas, términos, culturas, mitos, obras, autores, teorías, disciplinas y hechos.

Así verbigracia, el caduceo, el retorno, la neurosis, la entropía, el brahmanismo, Pandora, las Mil Noches y una Noche, Borges, el principio de incertidumbre, el teatro, y la revolución mexicana, poseen, por así decirlo, una 'relación arbitraria' que es objeto de exploración semiológica, y que al así serlo, cumple un fin didáctico y cultural, un espacio de autoconocimiento y un atisbo potencial de cura.

En este sentido, la semiología, al interior del diplomado, no sólo se plantea como un método didáctico para explorar el conocimiento, sino también, y con la misma importancia, un método terapéutico de auto exploración psíquica, puesto que no es el fin de una educación sensata la simple acumulación de conocimientos, sin el sentido que con éstos se puede construir; por otro lado el sentido en lo cognitivo, es en el campo de la semiología, lo que puede conducir a la virtud o a la locura, como el arsénico, que según la dosis y la condición, es capaz de curar o de matar.

Ante ello y para observar su conjunción práctica, la curaduría de este hacer a partir del los recursos de nuestro contexto restulra elemental. 'Curaduría', es un término que ha sido utilizado fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, en un principio (tal vez accidental) como una natural renovación neologística del devenir de las acciones del 'conservador de arte', del 'comisionado artístico' y del museólogo, pero este no es un cambio de significación sino una amplificación conceptual y semántica de un oficio en su proceso de vindicación o de recuperación de su amplitud diacrónica; puesto que (y me parece esencial citarlo), la prototipicidad contemporánea con frecuencia piensa al museo como un espacio para la exhibición de obras de la plástica, cual si el resto de las musas hubiesen sido exiliadas del Μουσείον.

El término hoy se ha hecho dueño de toda su amplitud polisémica y sus falsos cognados los ha hecho verdaderos y propios, lo mismo respetando su origen latino: curator-curatoris, propiamente 'el que cuida', asimilando en ello parte de la herencia que le aplicó el derecho y la tradición romana, como 'oficial de cargo' y 'representante civil del que es incapaz de hacerlo', y esta última definición ya colinda estructuralmente no sólo con la de 'intérprete', sino también con el quehacer clínico y muy particularmente con el del psicoanálisis y la antropología de la magia, de la manera en que convencionalmente nos referimos al verbo 'curar', cuando lo asociamos a la medicina; mas debido a su filiación indisoluble con el arte y las bellas artes, su principal método es y seguirá siendo el de la estética.

Así en nuestros tiempos, hablamos de una curaduría teatral, musical, literaria... Este diplomado, parte de la exploración filosófica del ser y del quehacer curatorial, hacia su ejecución. Considera el hacer crítico, una didáctica fundamental y una herramienta primaria del curador, lo mismo que la curaduría, la acción y comprensión fundamental del semiólogo esteta.

Así subyazcan aquí las preguntas: ¿cuáles son las patologías de nuestra educación y de nuestra cultura, y cuál es la terapéutica educativa que permitirá al sujeto (individuo y sociedades), explorarse, para identificar sus patologías, para encontrar su cura y para transmutar un sentido patológico en un sentido de virtud?

Estas preguntas no son arbitrarias, atienden al devenir del discurso, a una búsqueda del sentido del deber y a una realidad, que es una brecha entre lo óntico y lo ontológico, en la cual sólo se puede pensar en 'cultura', bajo prerrequisititos tan indispensables como la propia cortesía.

Explorar la respuesta a estas preguntas ha sido el leitmotiv de esta diplomatura, y continúa siendo parte de su decurso. "Cultura y Semiología para la Educación" es la titularidad de la diplomatura, que en más de una ocasión se ha vertido en líneas especializadas, resultando en un flujo de exploraciones semiológicas, con artistas, científicos, humanistas, clínicos, educadores... La tarea comienza alrededor del año 2000, con un seminario intitulado — Semiología Clínica y Poética— que se transforma en una sucesión de diplomados: "Literatura y Semiología para la Educación", "Cultura y Semiología para la Educación", "Cultura Semiología y Clínica: Valores Educativos", "Crítica, Arte y Espiritualidad: Semiología Curatorial", en este 2013 "Obras, Autores e Ideas: Didáctica Interseccional de la Cultura", con el objetivo preeminente de trabajar los formalismos teóricos y la experimentación de una pedagogía creativa, a la luz de la semiología.


 

[1]Escolio: Habría que explicar, por qué ‘semiología’, y no ‘semiótica’. Saussure en su “Curso de Lingüística General”, inaugura, para la modernidad del pensamiento filosófico y lingüístico occidental, esta ciencia con el término ‘semiología’. A lo cual dirá R. Barthes, en su “Aventura Semiológica”: «como ciencia general de los signos, ciencia que no existía todavía entonces, pero de la que la lingüística, pasaría a ser más adelante sólo un apartado. Cuando la semiología, propuesta por Saussure y desarrollada después por otros sabios fue objeto de coloquios internacionales, la palabra se examinó sériamente y se propuso reemplazarla por la  de ‘semiótica’ [...], por evitar la confusión entre la semiología de origen lingüístico, y la semiología médica [...]. Un temor y una preocupación un poco vanos.»[1].

No sólo coincido con Barthes en cuanto al carácter sabio de Saussure y en el hecho de que tal cambió de acepción es una banalidad; tal hecho es a mi juicio una tontería que en primer lugar deja de lado la importantísima posición del ‘logos’ sobre el signo y el símbolo, y por otro lado, contribuye a hacer de la semiología una tesis para lingüistas; pero como el psicoanálisis que no es un acto de comercio, sino una búsqueda de la verdad, así la semiología es una manera de analizar como esa verdad se revela ante nosotros.

 

 


 

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