Una voz, profúndamente sabia y
única en cada uno de nosotros, nos habla desde el interior y exterior de
nuestro ser.
Atender a ese dictado divino, es uno de los más altos
motivos de la existencia. Más de una vez ese dictado se ha vertido en el
arte, en la literatura, en la ciencia; y en casos excepcionales, en la
totalidad de una vida.
Atender a ese dictado es el verdadero arte y la
verdadera ciencia de nuestra vida.
Es en nuestro interior en donde se encuentra todo lo
que verdadéramente somos, y desde ahí se proyecta y refleja nuestro mundo
exterior; pero vivimos en un mundo generálmente alejado de la costumbre de la
exploración de nuestra naturaleza simbólica (Hemos
conquistado el espacio exterior, pero no el espacio interior).
Hay algo absolútamente único que nos distingue a unos de
otros como el iris o la huella digital, hay algo física, psíquica y
mentálmente distinto
en cada uno de nosotros y que deriva nuestra tarea en le mundo; pues cada uno de nosotros es un cosmos, y en
cada cosmos un universo distinto pulsa y vive.
En nuestra mente, en nuestro
cuerpo, en nuestra psique y consciencia, estamos llenos de signos y
símbolos que demandan ser atendidos e interpretados, para darnos luz
sobre aquello que hemos venido a comprender y experimentar en este
mundo; ahí se encuentra el mapa de lo que habremos de hacer, de los
caminos que habremos de seguir, de la forma en que habremos de
evolucionar, en que habremos de conseguir paz, fortuna, felicidad,
armonía, belleza, sabiduría, riqueza, trascendencia... Somos un ser que
cintila en signos y en símbolos, desde nuestros niveles subatómicos,
pasando por nuestra biología y consciencia, hasta cintilar con los
signos y símbolos del universo. No atender a esta naturaleza de lenguaje
que somos, es muchas veces la causa de enfermedades, pesadumbres,
exacerbaciones de los sentidos y las emociones, tragedias y
frustraciones en nuestra vida.
"Conócete a ti mismo", es una
máxima que ha resonado desde el mundo antiguo hasta el moderno y ha
derivado en una gran cantidad de movimientos psicológicos y
espirituales, que en algunos casos olvidan que sólo el sí mismo, puede
conocerse a sí mismo, que nuestra tarea es conocernos y no seguir
doctrinas.
Muchos han dejado que otros, y
que el mundo mismo, interprete su naturaleza, lo que nos ha derivado
dolor, guerra, conflictos, idealismos y fanatismos que terminan en
tragedia. Es peligroso abordar la búsqueda de nuestra naturaleza a
través de las referencias ajenas. Sólo en nosotros se encuentra la
verdad, y esa verdad es distinta en cada uno de nosotros. Ceñirnos a los
límites del mundo, no es ni remótamente la única posibilidad del ser.
Encontrar y construir nuestra
cartografía de signos y símbolos, explorar sus significados, conexiones y
combinaciones significantes, es uno de los objetivos de este seminario; pero
el seminario en sí mismo, sólo aporta las herramientas para hacerlo. El
seminario es sólo un mundo de posibilidades para la exploración de nuestro
ser.
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