Sólo seis ramas del árbol de la vida contienen especies con ojos que forman imágenes pero en estas se incluyen el 96% de todas las especies. Esto pone de relieve cómo los ojos y un cerebro lo suficientemente sofisticados para procesar una imagen son una profunda ventaja.
IMAGEN, 1220-50. Tom. del lat. ‘lmago’,‘-glnis’, íd., propte. “representación, retrato” (de la misma familia que ‘imitari’, “remedar”). DERIv. ‘Imaginar’, princ. s. XIV, lato ‘imaginari’ íd.; ‘imaginación’, prin . s. XIV; ‘imaginativo’, 1569 (f., sust., 1438); de la variante ‘maginar’, ss. XIV-XV, deriva el popular ‘magín’, 1817. ‘Imaginero’; ‘imaginería’, h. 1440. ‘Imaginario’, 1438, lat. ‘imaginarius’.
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Santiago Carbonell (fragmento) |
Si bien sabemos que un animal semejante a los bogavantes, hace 515 millones de años, tenía ojos lo suficientemente complejos como para percibirnos, debieron transcurrir al menos otros 514 millones 950 mil años para que un homínido semejante a nosotros plasmara la palma de su mano con una primitiva tinta de arcilla sobre la roca, y 50 mil años más para que se nos ocurriera la idea de que tal vez nosotros, cada uno de nosotros, seres humanos, tiene una visión profundamente distinta, del mundo.
Parece pequeña, pero la anterior es una ventaja evolutiva, que de momento sólo causa problemas, puesto que la mayor parte del género humano solo entiende información binaria básica: un semáforo rojo que indica detenerse y uno verde que indica avanzar, la noche es para dormir y el día es para trabajar.
Y aunque algunos ejemplares de nuestra singular especie, se han especializado en la ciencia de la visión: los físicos moleculares dedicados a la óptica, los oftalmólogos, los fabricantes de lentes, de espejos y de pantallas; creo que sólo los artistas visuales se han especializado en algo que ninguna teoría es capaz de comprender: la revelación a través de la imagen. Es un conocimiento que sólo puede transmitirse en imágenes y reconocerse en imágenes. Es un conocimiento que para nosotros, cuyo espectro visible oscila entre longitudes de onda de 390 a 780 nanómetros, en el mejor de los casos, sigue siendo limitado; más es un alfabeto lo suficientemente vasto como para que llevemos 50,000 años experimentando en él de manera cada vez más seria.
Sin la experiencia directa la transmisión de dicho conocimiento es imposible, mas sí es por otro lado posible escuchar los ecos que dicha revelación ha reverberado en la mente del Creador; y es en el campo de las imágenes donde tal vez más frecuentemente observamos que la diferencia entre el creador de las imágenes artificiales y el Creador de la naturaleza, es poca, que el uno simplemente es un instrumento (o un eco) del Otro.
Yo creo que lo relevante es el Otro, y siempre que lo traemos a la forma (que no es sino una porción de la imagen), comprendemos y amamos a esa totalidad del lenguaje un poco más; y tal cosa (cual ambigrama, no, cual ambimago) es una tarea sólo para la el amoroso análisis del inconsciente.
Francisco de Paula Nieto
curador académico